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Señor de los Milagros: un recorrido por su tradición, fe e identidad

  • Foto del escritor: Otro Enfoque
    Otro Enfoque
  • 3 dic 2024
  • 23 Min. de lectura

Actualizado: 10 dic 2024

Como cada octubre, el Perú se pinta de morado para venerar a la sagrada imagen.



Redacción: Otro Enfoque


El Señor de los Milagros es una de las manifestaciones más veneradas y emblemáticas en el mundo por su gran importancia espiritual y simbólica proveniente desde hace 373 años. La imagen representa a Jesucristo crucificado, lo que conlleva un significado profundo lleno de milagros, creencias y fe.


El también llamado Cristo Moreno, es de gran importancia para los peruanos desde diferentes aristas, entre estas: la cultura, que representa la tradición católica con influencias afroperuanas, reflejando la diversidad; la celebración, siendo esta realizada en octubre mediante una procesión masiva integrando a millones de personas a la comunidad, puesto que promueve la unión de creencias comunes de peruanos, forjando una personalidad colectiva de reconocimiento internacional; y a nivel espiritual, sin duda, para los devotos, la manifestación de este emblema sobrepasa lo tangible y perceptible de la vida terrenal, su mayor importancia trasciende en los milagros que se le han atribuido, que, como símbolo de esperanza y protección, hacen al Cristo de Pachacamilla, un pilar permanente de fe.   

 

Origen 


El origen del Señor de los Milagros se remonta al año 1651, cuando Benito, quien era un esclavo de la cofradía de Angola, pintó en una pared de adobe, en el barrio de Pachacamilla, Lima, a Cristo crucificado.


El destino de la pintura cambió drásticamente el 13 de noviembre de 1655, cuando un sismo devastador sacudió Lima y Callao. Este terremoto arrasó con la mayoría de las estructuras de la zona, pero curiosamente, el frágil muro donde se encontraba la imagen, permaneció intacto. Este hecho extraordinario generó un profundo impacto en la comunidad, que comenzó a verla como algo espiritual y místico. 


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A partir de ese momento, la devoción hacia el Señor de los Temblores creció exponencialmente, especialmente entre los esclavos de raza negra, quienes la encontraron como motivo de consuelo y fortaleza. La preservación de la pintura no solo se interpretó como un milagro, sino que también fortaleció los lazos comunitarios de los esclavos pertenecientes a la cofradía de Angola en Lima.


A lo largo de los años, algunas autoridades intentaron borrar la imagen en la pared donde estaba pintada, como el párroco José Laureano de Mena, quien no aprobó esta veneración, pues consideraba que iba en contra de  los principios del culto religioso. Por esta razón, solicitó la intervención del virrey de la época, Pedro Antonio Fernández de Castro.


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Tras verificar la existencia de la imagen, el virrey dio la orden de eliminarla. El primer intento fue realizado por un pintor indígena, quien, al empezar la tarea, experimentó temblores y escalofríos, lo que lo llevó a negarse a continuar. La segunda pretensión por erradicarla lo hizo otro hombre, quien al ver algo extraño en la imagen, decidió desistir. Finalmente, el tercer intento fue llevado a cabo por un soldado, quien no pudo completar la tarea porque observó cómo la imagen se volvía más hermosa y la corona de espinas adquirió  un tono verde.


No obstante, a pesar de varios esfuerzos, la devoción hacia el Cristo Morado no solo continuó, sino que se fortaleció con el tiempo.  El virrey revocó la orden y el vicario permitió el culto a la imagen, la cual se estableció como un símbolo de fe; las procesiones y celebraciones en su honor se volvieron una parte esencial de la identidad peruana, reflejando la resiliencia de la comunidad frente a las adversidades. Así, el 14 de septiembre de 1671, se celebró la primera misa en honor al Cristo Moreno.

 

Milagros y fe


No se sabe con exactitud la cantidad de milagros que se han realizado por la imagen del Cristo Moreno, pero hay algunos que han sido los más reconocidos hasta el momento.

 

Curaciones de enfermedades


En 1920, varios periódicos y habitantes de Lima, hicieron eco de la repentina curación de Rosa Angélica Castro, una pobre inválida que había pasado por dos operaciones, y que, por causas desconocidas, había quedado inmovilizada en ambas piernas. Junto a su madre ingresaron al templo de la encarnación, y al ver la imagen del Señor de los Milagros, la joven lisiada sintió la expansión de la devoción, conmoción y necesidad de levantarse de su silla de ruedas, superando sus males y dolores, agradeciendo al Cristo Moreno por su misericordia.

 

Así como ese, también está el caso de Alejandrina Ponce de 82 años, que a los 27 caminaba desorientada, buscando a Dios.

 

“Para mí es un misterio cómo llegué a la procesión del Cristo de Pachacamilla aquella vez, porque yo lo ignoraba. Buscaba a Dios en persona, pero desconocía la imagen. Mi hijo se cayó de las escaleras a los dos años. Lo llevé al Hospital del Niño, en Breña, donde lo desahuciaron. No sé cómo, pero llegué hasta la procesión con mi niño en brazos, lo puse frente al altar y le prometí a Dios muchas cosas a cambio de que salvara a mi hijo. Le dije que me pondría el hábito morado hasta mi último día. En ese momento, una luz alumbró a mi hijo y empezó a mover su cabecita. En el hospital me dijeron que era un milagro”, contó entre lágrimas.


Este niño ahora tiene 60 años y junto a su madre, pertenecen a la hermandad morada. “Ya tengo unos 27 años en la hermandad. A los 15 años mi madre me contó la historia de cómo me salvé. Desde ahí empecé a tener una fe tremenda. En agradecimiento dije: “Señor, si tú quieres, algún día levantaré tu anda”, y tuve la oportunidad de hacerlo y más aún, de pertenecer a la hermandad”, afirmó Luis Díaz, hijo de Alejandrina.


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Milagros Económicos


“Vengo cada año desde que tengo memoria. Tengo que agradecer por todo lo que me da. Él me cuida, protege a mis hijos. Hace años le pedí que nos diera un techo para vivir con mis hijitos y me ayudó. Ahora tengo mi casa, mis hijos ya crecieron y tienen trabajo, tienen salud. Todo es gracias a Dios”, dijo Estela Poma, devota del Señor de los Milagros. 

 

Expansión de fe


La devoción al Señor de los Milagros se manifiesta en diversas regiones de Perú, destacando en Arequipa con procesiones y misas en honor al Cristo Morado; mientras que Cusco, fusiona esta fe con tradiciones andinas. En Trujillo, las celebraciones se vinculan con fiestas patronales; en Iquitos, la devoción está en aumento, incorporando elementos amazónicos. Puno también integra la cultura local en sus rituales, y en ciudades como Callao y Huacho, las parroquias organizan eventos similares a los de Lima, facilitados por migrantes que difunden esta tradición en sus lugares de origen.


Las comunidades peruanas en el extranjero, han formado grupos que celebran al Señor de los Milagros a través de procesiones anuales, promoviendo un sentido de pertenencia entre los migrantes. Dentro del continente europeo, en Italia y España, se celebran eventos religiosos que mantienen viva la devoción. Por otro lado, en América, países como Argentina y Estados Unidos, específicamente en Buenos Aires y otras ciudades como, Nueva York y Miami, ven un crecimiento en las festividades durante octubre, reflejando la mezcla de tradiciones culturales.


Uno de los ejemplos a resaltar es Alaska, que tiene consigo la Iglesia Católica de Nuestra Señora de Guadalupe en Anchorage, la cual alberga una comunidad peruana que organiza anualmente la festividad del Señor de los Milagros. Esta organización comenzó en la década de 1990, cuando un grupo de inmigrantes peruanos llegó a la ciudad y decidió mantener viva esta tradición de su país.


La celebración, que generalmente tiene lugar en octubre, incluye una serie de actividades organizadas por la Asociación Cultural Peruana de Alaska (ACPA), una organización sin fines de lucro que promueve la cultura peruana en la región, en colaboración con la iglesia y otras organizaciones comunitarias.


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Durante la festividad, se realizan procesiones con la imagen del Señor de los Milagros por las calles de Anchorage, misas especiales, oraciones y cantos tradicionales peruanos, comida típica, y una feria cultural con presentaciones de danzas y música folclórica peruana. La procesión principal se lleva a cabo el domingo más cercano al 18 de octubre, el día oficial de la festividad, y atrae a cientos de personas, incluyendo no solo a la comunidad peruana, sino también a otros latinoamericanos y residentes de Anchorage interesados en la cultura peruana. Esta celebración es un claro ejemplo de cómo la devoción al Señor de los Milagros trasciende fronteras y sigue vigente en las comunidades peruanas en todo el mundo, consolidando la identidad cultural y religiosa de quienes participan.


Otro modelo a destacar es el que se realiza en la ciudad de Milán, la cual ha sido mantenida viva por la comunidad peruana desde la década de 1980, desde que comenzaron a llegar inmigrantes a la ciudad. La festividad incluye una procesión con la imagen del Señor de los Milagros por las calles del centro histórico, una misa solemne en la Iglesia de San Antonio Abad, presentaciones de danzas y música folclórica peruana, una feria gastronómica con platos típicos peruano,  una exposición de arte y artesanía peruana. 


La celebración es organizada por la Asociación Peruana en Milán (APM) con el apoyo de la Iglesia Católica y las autoridades locales. La comunidad peruana en Milán, una de las más grandes en Italia con más de 10.000 miembros, ve en esta festividad un momento clave para preservar sus tradiciones y su identidad cultural en el extranjero. Además, otras ciudades italianas como Roma, Nápoles, Turín y Génova también celebran el Señor de los Milagros, lo que demuestra cómo la cultura peruana se ha extendido por todo el mundo, manteniendo vivas las tradiciones y la fe de la comunidad peruana.

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Patrimonio Cultural


El Ministerio de Cultura declaró como Patrimonio Cultural de la Nación al primer libro de actas de la primera cuadrilla de la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas (HSMN) y anexos, que reúne las sesiones de juntas generales, asambleas ordinarias y extraordinarias, bajo la custodia de la primera cuadrilla denominada "Tradición", por tratarse de un documento histórico basado en antecedentes  y tradiciones de la fe católica del Perú. Mediante Resolución Viceministerial N° 000192-2022-VMPCIC, firmada por la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Janie Gómez, fue publicada en el diario El Peruano, otorgándole una merecida distinción.




La procesión


La procesión inicia en el Monasterio de las Nazarenas, donde se encuentra la imagen que es portada en andas por las cuadrillas de cargadores, quienes se encargan del difícil traslado a lo largo de las calles. En total, el recorrido abarca 6 kilómetros, y cada cuadrilla tiene a su cargo un tramo de 300 metros. Este trayecto se divide en 5 sectores de 60 metros cada uno, los cuales deben recorrer en 7 minutos por sector. 

 

Los hermanos cargadores conforman cuadrillas que van aumentando con el tiempo, y a las cuales es muy difícil ingresar. Ellos mantienen muchas de las tradiciones de la liturgia y velan por que todo el evento se desarrolle bajo un mínimo de orden. El anda sale en procesión acompañada y organizada por diferentes grupos de fieles, divididos en cuadrillas de cargadores, cantoras, sahumadoras y hermanos honorarios. Todos ellos conforman lo que se conoce como la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas. 


En su recorrido final, la imagen regresa a las Nazarenas, donde reposará hasta el mes de octubre siguiente.

 

La Preparación de las andas


Dos semanas antes del primer sábado de octubre, día que la tradición ha fijado para la salida de la imagen del monasterio de las Nazarenas hacia el santuario, comienza el trabajo de armado, a cargo del patrón de andas y los dos subpatrones. Ellos son nombrados por las Madres Nazarenas Carmelitas Descalzas. El proceso inicia con la limpieza de las piezas de plata. Aun cuando cada año las andas se guardan desarmadas y debidamente limpias, es preciso aplicar un preparado de tiza, alcohol y amoniaco, no solo para abrillantar la platería, sino para protegerla durante su prolongada exposición a lo largo del mes. 


La fijación de las piezas se realiza en el segundo día y las andas quedan listas para que sean colocadas las sagradas imágenes del Señor de los Milagros y de la Virgen de la Nube sobre la tarima superior. Después de ser retiradas de su emplazamiento habitual, donde son veneradas por las religiosas todo el año, las pinturas son ornamentadas con las ofrendas dadas por los fieles. Esta labor de “vestir” las imágenes recae en las Madres Nazarenas, a quienes ayudan las colaboradoras más allegadas al monasterio.

 

Como los lienzos y los marcos de plata pesan algo más de 200 kilogramos, se ha optado por emplear un dispositivo electrónico que permite subirlos  sin correr mayores riesgos. Enseguida, el Señor de los Milagros y la Virgen de la Nube son trasladados desde el coro hasta el Salón de Andas. Esto se suele hacer el viernes anterior a la primera procesión.

 

Las andas de plata 


Un factor decisivo para fijar la apariencia del Cristo procesional fue la creación de sus definitivas andas de plata, que ligó la tradicional imagen con un metal simbólico de la riqueza minera del Perú y con una herencia artesanal con remotas raíces históricas. Se afirma que un primer arco de plata rodeaba la imagen hasta 1880, cuando fue retirado en el contexto de la Guerra del Pacífico y sustituido por otro de madera.

 

Si bien ese marco de las andas insinuaba ya la forma de un arco de resplandores, la gran obra de platería de los años veinte proporcionó a la imagen su perfil definitivo. La decisión de realizarla surgió el año 1921, en celebración oficial por el Centenario de la Independencia Nacional, pero los trabajos se prolongaron y fue preciso diferir la ceremonia de inauguración hasta el 15 de octubre de 1922.


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La guardada


Es la etapa en la que culmina la procesión, cuando el Señor ingresa en la iglesia de las Nazarenas, evento que se realiza cada 19 y 28 de octubre. Según la tradición, las cuadrillas deben cargar las andas en el orden en que fueron constituidas. No obstante, este plan se altera los días 19 y 28, con el fin de que sea una cuadrilla diferente la que se encargue de la “guardada” en cada una de esas fechas. Siguiendo este esquema, una cuadrilla asume dicha responsabilidad cada diez años. 

 

El día de la “guardada” la cuadrilla empieza a cargar las andas unos trescientos metros antes de llegar al santuario. Sin embargo, el honor que supone traspasar el umbral del recinto corresponde a un sector determinado de la cuadrilla. A veces se organiza un sector especial, formado por los hermanos más antiguos, o se establece un sector compuesto por los hermanos que cumplen mejor con sus obligaciones.


Estructura de la Hermandad


La Hermandad está organizada en 20 cuadrillas diferentes, cada una con 200 hermanos cargadores y excepciones en la cuadrilla 13 y 16 que pueden llegar a 240 hermanos. Además, están las hermanas cantoras y sahumadoras que son alrededor de 340. Cada grupo tiene un profundo compromiso con la devoción, la tradición, y la pertenencia a la Hermandad es vista como un gran honor.


Dentro de la Hermandad del Señor de los Milagros de las Nazarenas, cada miembro desempeña un rol específico que es vital para la organización de las festividades, particularmente la procesión anual en honor al Señor de los Milagros. A continuación, se detallan los principales roles y funciones de los miembros de la Hermandad.


Hermanos Cargadores


Son quizá los miembros más visibles y simbólicos de la hermandad. Ellos tienen la responsabilidad de cargar el pesado anda sobre la que se desplaza la imagen del Señor de los Milagros durante la procesión. Se requiere fuerza física, pero también compromiso espiritual y devoción. Muchos cargadores se preparan física y espiritualmente durante todo el año.

 

Hermano Capataz


Estos miembros cargan el andar, pero tienen la función de coordinar y dirigir a los cargadores durante la procesión. Se aseguran de que el andar esté siempre en equilibrio y que los relevos entre las cuadrillas se realicen de manera ordenada. También dan indicaciones sobre la marcha y el ritmo de la procesión. Son cruciales para evitar accidentes y asegurar que el traslado del Señor de los Milagros se haga de manera digna y solemne.


Mayordomo


Este dirige toda la institución, tienen una función administrativa y organizativa, supervisan los recursos de la Hermandad, coordinan actividades durante el año, incluyendo las obras de caridad, la recaudación de fondos y los eventos sociales y religiosos. El mayordomo saliente le presenta 3 candidatos al arzobispo de Lima y él elige el nuevo mayordomo.


Junta Directiva


Acompañan al Mayordomo General y está conformada por: secretario general,  secretario de economía, secretario de organización, secretario de relaciones públicas,  secretaria de servicio social ,secretario de patrimonio, asesor legal, fiscal y  capataz general. La Junta se reúne regularmente para discutir temas administrativos, financieros y espirituales relacionados con la Hermandad.


Los hermanos honorarios 


La Rama de Hermanos Honorarios tiene como propósito fundamental fortalecer la unidad y el fervor entre todos los integrantes de la Hermandad. Se presenta como un faro de fe y ejemplo para la comunidad, promoviendo valores como la caridad, la solidaridad y el amor al prójimo. Son personas que, aunque no son miembros formales de la hermandad, se asocian a ella por su devoción y apoyo a las tradiciones y actividades de la misma. Este título se otorga a quienes contribuyen significativamente al culto, ya sea a través de donaciones, participación en eventos o por su compromiso con la difusión de la fe.


Las hermanas sahumadoras


Son las herederas de los  antiguos esclavos negros. En referencia a estos personajes, Wuffarden (2016): "Otras acompañantes tradicionales de las andas eran las mistureras y la sahumadoras...". Por lo general, se trataba de criadas negras o mulatas que solían ir vestidas elegantemente para la ocasión con voluminosas sayas y mantones de Manila. Aunque es probable que participaran en casi todas las procesiones, a la postre el personaje de la sahumadora sería identificado casi exclusivamente con la fiesta de octubre. 

Las actuales sahumadoras cumplen la misma función de antaño, van delante de la procesión, divididas por sectores, perfumando la senda del Señor. Si bien es cierto, las sahumadoras pertenecen a la Hermandad, tienen su propia organización interna. 



Las hermanas cantoras


A través de sus himnos, conectan a los fieles con la figura del Cristo Moreno, creando una atmósfera de recogimiento y fe. Más allá de las procesiones, también organizan actividades religiosas que fomentan la unión y la comunidad entre los devotos. Su papel es esencial en la preservación de la rica tradición del Señor de los Milagros. 



 

¿Por qué el color morado en el Señor de los Milagros?


El uso del color morado en las celebraciones del Señor de los Milagros tiene sus raíces en la influencia de Antonia Lucía del Espíritu Santo, fundadora del Beaterio de las Nazarenas en el Perú en el siglo XVII. Esta religiosa ecuatoriana adoptó el morado como color de sus hábitos tras quedar viuda y optar por la vida religiosa en 1681. El hábito morado pasó a simbolizar no solo el luto y la penitencia en la tradición cristiana, sino también la profunda fe de quienes siguen al Señor de los Milagros.


El poder del símbolo


Milagros


En forma de corazón, son unos de plata y otros de oro, muchos con las iniciales “GR” que significa “gracias recibidas”, algunos con fechas e iniciales en el reverso, pero hay otros de formas representativas del milagro solicitado también en los dos metales.


El Cirio


Miles de fieles llevan velas encendidas durante la procesión como símbolo de fe, esperanza y luz espiritual. La luz de las velas simboliza a Cristo como la "luz del mundo" y la iluminación del camino hacia la salvación.

 

El incienso


El uso durante la procesión tiene un simbolismo bíblico que remonta al Antiguo Testamento. El incienso, que se quema delante de la imagen, representa la oración de los fieles que asciende al cielo, un signo de reverencia, purificación y homenaje a Dios.

 

El hábito morado


Es el signo más visible durante las procesiones. Tanto los integrantes de la Hermandad del Señor de los Milagros como los fieles suelen vestir de morado como símbolo de penitencia, humildad y devoción. Muchos también llevan un cordón blanco atado a la cintura, que simboliza la obediencia y la pureza.


El detente 


Similar al tradicional detente del Sagrado Corazón, pero adaptado a la devoción al Cristo Moreno. Este detente tiene una imagen del Señor de los Milagros y suele incluir una inscripción que expresa confianza en su protección. Se porta como una señal de fe y devoción, y tiene un significado profundo entre los fieles. 





La Virgen de la Nube


Se considera que la advocación de la Virgen de la Nube fue elegida en homenaje a la fundadora del beaterio, sor Antonia Lucía del Espíritu Santo, fallecida en 1707, quien era natural de Guayaquil, que pertenecía a la audiencia de Quito. La historia de esta devoción mariana se remonta a una aparición milagrosa registrada entre los pueblos de Guápulo y Quinche el día 30 de diciembre de 1696. Los documentos que acreditan el suceso fueron suscritos por las autoridades eclesiásticas y civiles de la época que presenciaron este hecho y lo certificaron ante el canónigo doctoral Pedro Zumárraga. Debido a la enfermedad del obispo Sancho de Andrade y Figueroa se decidió trasladar en procesión la imagen de Nuestra Señora de Guápulo a la catedral, rezando un rosario.


Según los testigos, estando en procesión frente a la iglesia de San Francisco, y siendo las “cuatro y tres cuartos de la tarde”, se escuchó la campana que daba la señal del Gloria Patri. Estando en la procesión el capellán de las religiosas de la Inmaculada Concepción, doctor José de Ulloa y la Cadena, este señaló hacia el oriente exclamando: “¡La Virgen…! ¡La Virgen!" Entonces los asistentes dirigieron su mirada hacia el sector señalado entre el santuario de Guápulo y Quinche y pudieron observar a la Virgen descansando sobre una nube, con una corona en la cabeza, un tallo de azucena en su mano derecha y el niño Jesús en su brazo izquierdo. Se dice que la aparición duró el tiempo que tomaría rezar “el Gloria Patri”, un padre nuestro y un ave María; luego, las nubes la irían cubriendo hasta desaparecer. 


Se desconoce el origen preciso de la versión limeña, pero, sin duda, esta se ciñe a la iconografía original. De ahí que la pintura haya sido realizada a manera de grisácea, para remarcar el sentido de la aparición original: sobre un fondo de nubes blancas y grises se representa a la Virgen de pie sobre una media luna , con corona de reina. Lleva un cetro y un ramo de azucenas en la mano derecha mientras sostiene con la otra a su hijo. El niño Jesús aparece en el papel de Salvador, con el mundo en una mano y bendiciendo con la otra. Al pie de la Virgen, figura un personaje arrodillado  que le reza, quizá un devoto genérico, pues no lleva ningún distintivo que permita identificarlo con el obispo. Todos los personajes se encuentran con vestimenta blanca y la Virgen lleva en el pecho el escudo de los mercedarios, aunque debajo estaría pintado el emblema que se habría alterado durante los años de la Guerra del Pacífico.


A juzgar por el estilo de esta pintura, lo más probable es que hubiese sido traída de Quito, aunque también existe la  probabilidad de ser obra anónima limeña. Al igual que su par procesional, ostenta un juego de aplicaciones en oro, plata y piedras preciosas que en su caso generan un interesante contrapunto con la apariencia evanescente de las figuras. 

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Himno


“Al Señor de los Milagros” es un himno compuesto en 1954 por Isabel Rodríguez Larraín Pendergast (1903-1991). Su sentido texto y hermosa melodía, marcados por un ritmo pausado, cuasi un habanera, le han dado el matiz de una oración cantada, con la que los devotos llenos de fe implorar la bendición del Señor.


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Marchas procesionales  


Las marchas procesionales, a diferencia de las militares, tienen un ritmo más pausado. Sus melodías se caracterizan por su tono grave y atmósfera ceremonial. Este género suele describirse como “majestuoso, solemne, penitente, de recogimiento de fe, sin embargo con el paso de los años fue proclive a cambios pero nunca vio afectada su esencia”. Dentro de las más significativas están la Mártir del Gólgota, La Patética, Padre Mío y Marcha al Señor de los Milagros N°16 y 17.


La fe en tiempos de pandemia

 

La pandemia obligó a suspender la procesión, un gesto doloroso para muchos devotos, pero revelador de la capacidad de la fe para adaptarse y prevalecer. Lejos de significar la ausencia de devoción, la procesión virtual y las misas transmitidas por redes sociales mostraron que la espiritualidad trasciende los límites de lo físico. Los altares improvisados en los hogares, las oraciones desde los balcones y las ceremonias virtuales nos recordaron que el vínculo con lo sagrado no depende de la presencia física, sino de la fuerza interior y el sentido de la fe.

 

Este momento histórico nos invita a reflexionar sobre cómo, en medio del aislamiento y la incertidumbre, la fe se convirtió en un refugio. La pandemia nos demostró que las tradiciones, como la del Cristo de Pachacamilla, pueden cambiar de forma, pero nunca esa esencia perteneciente. 


El Cristo Moreno, que históricamente ha sido una figura de consuelo en tiempos de crisis, se presentó nuevamente como una fuente de fortaleza y resiliencia. Aunque las calles no se llenaron de multitudes, el fervor se mantuvo vivo en cada hogar, donde la fe se reinventó para seguir adelante, demostrando que la devoción no tiene barreras.

 



Conservación de la imagen

 

El cuidado y mantenimiento de la imagen del Señor de los Milagros son realizados por un equipo especializado de restauradores y conservadores del Santuario de las Nazarenas, quienes realizan tareas periódicas de limpieza, revisión y ajuste de marcos y soportes, control de humedad y temperatura, y protección contra la luz UV y rayos solares directos.


La imagen ha sido restaurada en varias ocasiones, destacando las restauraciones integrales de 1940, 1980, 2001 y 2019.


Se han implementado tecnologías avanzadas para garantizar la conservación, como monitoreo constante de la humedad y temperatura, uso de materiales y técnicas no invasivas, análisis científicos y digitalización de la imagen.

 

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La economía en torno a la festividad


Diversos productos y servicios se vuelven esenciales para los devotos y asistentes a la procesión. Uno de los artículos más solicitados es el hábito morado. Para caballeros, un hábito en talla "S" hecho de gabardina tiene un costo de S/70 e incluye un cordón de cargador y un detente; para las mujeres, el precio es de S/60. Los hábitos confeccionados en tela Poliester, preferidos por las sahumadoras por ser más resistentes al calor, se encuentran en un rango de S/100 a S/150.


Otro elemento importante es el sahumador, utilizado para mantener el incienso y la mirra durante la procesión. Disponible en cinco tamaños y en materiales como acero quirúrgico, tiene un precio promedio de S/35. Los devotos que buscan una versión más sofisticada pueden solicitar modelos personalizados en plata.


Los detentes, también son populares. Se presentan bordados y enmicados en modelos como corazón, redondo y su precio varía entre S/2 y S/10, según el tamaño. Los rosarios morados, esenciales para la festividad, se encuentran a precios muy económicos, desde S/1 o S/2. Las velas y cirios morados, usados como ofrendas y para iluminar la imagen del Cristo Moreno, también son demandados. Los cirios de mayor tamaño, algunos de hasta 30 kilos, alcanzan precios de S/90, mientras que las versiones más pequeñas cuestan S/25.


Además, la festividad genera un incremento en la demanda de alimentos y bebidas, que se venden al paso desde triciclos a precios que oscilan entre S/5 y S/10. Dada la gran cantidad de personas que asisten desde temprano, el alquiler de sillas es un servicio muy solicitado, con precios que van de S/8 a S/10.


Esta diversidad de artículos y servicios no solo facilita la participación en la procesión, sino que también dinamiza la economía local, creando un ambiente de devoción y comunidad entre los fieles y comerciantes.



Alimentos típicos


Durante la festividad del Señor de los Milagros en octubre, destacan varios platos típicos en Lima:

Turrón de Doña Pepa: Dulce emblemático, hecho con capas de masa crujiente y miel de frutas, decorado con grageas. Es un símbolo del mes 'morado'.


Anticuchos: Brochetas de corazón de res adobadas, servidas con papas sancochadas y choclo, muy populares en las calles limeñas.


Picarones: Rosquillas fritas de zapallo y camote, bañadas en miel de chancaca.


Choncholí: Intestinos de res a la parrilla con ají y especias, un clásico de sabor intenso.


Mazamorra Morada: Postre de maíz morado con frutas y especias, ideal para acompañar el turrón.


Chicha Morada: Bebida de maíz morado con piña y especias, perfecta para refrescarse.




Doña Pepa como cultura


Josefa Marmanillo, conocida como “Doña Pepa”, fue una esclava afroperuana del Valle de Cañete en la época colonial. Reconocida por su talento culinario, su vida dio un giro cuando sufrió una parálisis en sus articulaciones. En su devoción al Señor de los Milagros, Josefa rogó por sanación y, tras recibir el milagro, decidió expresar su gratitud. Así, creó un postre especial como ofrenda durante las celebraciones de octubre dedicadas al Señor, un gesto que quedó grabado en la historia como el "Turrón de Doña Pepa". La creencia cuenta que, al presentar su turrón, el Cristo Moreno le sonrió, consolidando así esta dulce receta en el imaginario colectivo como un símbolo de devoción y agradecimiento. Hoy, el turrón de Doña Pepa es un elemento esencial durante el “mes morado”.


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El vínculo con el fútbol


Alianza Lima y su devoción morada. Según el reconocido historiador blanquiazul, Armando Leveau Guzmán, toda esta historia de fe y devoción comenzó el 3 de octubre de 1971 en el Estadio Nacional. Las manecillas del reloj daban las 3 de la tarde y, bajo el arbitraje de Carlos Rivero, Alianza por primera vez utilizó la camiseta blanquimorada ante Sporting Cristal. Sin embargo, toda esta puesta en escena se gestaría una semana antes, el domingo 26 de setiembre de 1971, luego de ganarle al Porvenir Miraflores por 1 a 0 en el ‘Lolo’ Fernández con el gol de Manuel Mayorga.

 

El señor José Carrión Meigg, más conocido como ‘el chino Pepe’, quien se desempeñaba como utilero del club, en medio de la algarabía del triunfo, le comunicó una mala noticia al directivo Alfonso De Souza Ferreyra. Le indicó que no habían uniformes completos para el partido siguiente ante los rimenses. ¿La razón? una fuerte lluvia impidió que la indumentaria se seque. “Fue porque la ropa era gruesa. El club le pidió a la marca que los vestía más camisetas, pero se negaron por una deuda”, contó muchos años después Luis Achong, hijo del famoso ‘Chino Pepe’.

 

Al enterarse Ferreyra, uno de los directivos íntimos con mayor jerarquía en aquel momento, le exigió una solución al utilero blanquiazul. A este, que también era cargador del anda del Señor de los Milagros, no se le ocurrió mejor idea que utilizar unas telas moradas, que servían para confeccionar los hábitos, para los uniformes. Esta solución, lejos de satisfacerlo, provocó la molestia de Ferrerya. “Don Alfonso se llenó de cólera y mando a llamar al buen ‘chino’. Lo insultó y le dijo un montón de lisuras y lo botó del club, y al termino del partido ganamos al Sporting Cristal con goles de Teófilo Cubillas y César Cueto”, nos narra Leveau.

 

El enorme mérito de haber superado a los celestes, mirados en ese momento hasta con temor por el buen juego que tenían, se lo dieron en tienda íntima al Señor de los Milagros. Si le ganaron a ese equipazo debía ser un acto de fe, más que cualquier otra razón futbolística, creían La Victoria. Por esa razón, Don Alfonso no dudó en hacerle llegar una orden al ‘Chino Pepe’: “La próxima semana igual lleva las chompas a Trujillo para enfrentar al Carlos A. Mannucci”. En la ‘ciudad de la eterna primavera’ fue triunfo blanquimorado por 3-2 y, lo que empezó como una cábala, se transformó en una tradición aliancista que se mantiene hasta la actualidad.

 




Universitario y el Señor de los Milagros

 

A cada lado de la sagrada imagen, están las insignias de dos clubes rivales: Universitario y Alianza Lima, dos equipos que representan pasiones profundas y, lamentablemente, también tensiones.


José Soto, el mayordomo general de la Hermandad del Señor de los Milagros y padre de los conocidos ex futbolistas Jorge y José Soto, explicó que las insignias fueron colocadas allí con un propósito muy significativo. El 24 de septiembre del 2011 en el Estadio Monumental, se había producido un hecho trágico; Walter Oyarce, un joven hincha aliancista, había perdido la vida en un incidente de violencia entre seguidores de ambos equipos. Ese evento conmocionó al fútbol peruano y a todo el Perú; dejando en claro la necesidad de un cambio profundo, de tal forma que se colocó  de un símbolo de unidad y paz.


Por eso, al llevar las insignias de Universitario y Alianza Lima junto al Cristo Moreno, la hermandad quiso lanzar un mensaje fuerte y claro: el deporte debe unir, no dividir. “Queremos que esta procesión sea un llamado a la paz y a la unidad de todos los peruanos”, dijo el mayordomo con determinación, pidiendo que cesara la violencia en los estadios y que, en cambio, se extendiera la fraternidad.

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Expansión a través de medios de comunicación y redes sociales


Los medios de difusión suelen ofrecer una amplia cobertura de las procesiones del Cristo de Pachacamilla, especialmente durante octubre, el mes dedicado a esta festividad. Además, medios internacionales como la BBC también informan sobre las celebraciones que tienen lugar en las comunidades peruanas en el extranjero, lo que ayuda a aumentar la visibilidad de esta devoción.

Las redes sociales como Instagram, TikTok y X han jugado un papel importante en la difusión de la devoción al Cristo Moreno. Esto debido a que los usuarios comparten imágenes, testimonios y videos de las procesiones, con mayor facilidad, lo que contribuye a ampliar el alcance. De esta manera, más personas se conectan con la historia y el significado de esta devoción, sin importar en qué lugar se encuentre.

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Una experiencia en el Museo del Señor de los Milagros


Ingresar al Museo del Señor de los Milagros, ubicado en pleno corazón de Lima, es como entrar en un túnel del tiempo donde la fe, el arte y la historia se entrelazan. Desde que cruzamos las puertas del Monasterio de las Nazarenas, sentimos una atmósfera devoción.


En la primera sala, se encuentran reliquias únicas, objetos antiguos que fueron utilizados por la Comunidad de Madres Nazarenas. Las vitrinas muestran pequeñas alhajas y placas con inscripciones que cuentan historias de gratitud y milagros atribuidos al Cristo Morado. Cada pieza parece hablar de épocas pasadas, de vidas transformadas y de generaciones enteras unidas por la fe.


Una guía explica con detalle la historia del mural original pintado en 1651. Cuando escuchas la increíble narración es fácil comprender por qué millones de personas siguen venerándola, no solo es una obra de arte, sino una constante difusión de siglos de fervor. En el segundo nivel, se pueden visualizar pinturas y esculturas que representan al Señor de los Milagros en procesiones multitudinarias.


El recorrido finaliza en una sala dedicada a los reconocimientos y condecoraciones otorgadas a la Hermandad del Señor de los Milagros. Es sorprendente la cantidad de instituciones nacionales e internacionales que han valorado esta tradición, reafirmando su importancia cultural y espiritual.

Esta visita es más que un recorrido, es un viaje al corazón de una tradición que, más que ser solo religiosa, es profundamente humana.


 

Conclusión 

 

En síntesis, la devoción al Señor de los Milagros representa un vínculo profundo entre la fe, la cultura y la identidad peruana. A lo largo de los años, esta tradición ha evolucionado, adaptándose a las circunstancias sociales y contemporáneas, especialmente en tiempos de pandemia, donde la fe ha encontrado nuevas formas de expresión. La procesión, con su rica simbología y organización, junto a la herencia cultural que incluye la gastronomía y las manifestaciones artísticas, reafirma la relevancia del Señor de los Milagros como Patrimonio Cultural.


Asimismo, la expansión de esta devoción a través de medios de comunicación y redes sociales ha permitido que el mensaje de esperanza y comunidad trascienda fronteras, consolidándose como un fenómeno global. En definitiva, el Señor de los Milagros no solo es un símbolo de fe, sino un testimonio vivo del patrimonio cultural de Perú, que une a las generaciones y nutre el espíritu de millones, demostrando que la fe y la tradición son fuerzas vitales que perduran a lo largo del tiempo.

 
 
 

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