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Sicariato juvenil alarma el Perú

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    Otro Enfoque
  • 15 sept 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 23 sept 2024

El sicariato, definido como el asesinato premeditado por encargo, representa una forma extrema de violencia que no solo impacta a las víctimas directas, sino que también perjudica la seguridad y la cohesión social.


Redacción: Fátima Cabezas 15/09/2024


En Perú, el sicariato juvenil ha emergido como una de las preocupaciones más alarmantes en el ámbito de la justicia criminal. La reciente investigación del Observatorio Nacional de Política criminal revela que del 20% al 25% de los delitos violentos, como el sicariato, involucran a menores de edad, los jóvenes comienzan a involucrarse en actividades delictivas a edades tan tempranas como los 12 o 15 años. Este dato, destaca una grave problemática que requiere una respuesta urgente y eficaz por parte de nuestras instituciones. El sistema de justicia juvenil debe estar preparado para manejar a estos jóvenes no solo con sanciones severas, sino también con programas de rehabilitación que aborden las causas de su comportamiento. Muchos de estos jóvenes provienen de entornos sociales y económicos difíciles, y su involucramiento en el sicariato a menudo está ligado a la falta de oportunidades, el impacto de la violencia familiar y la presión de pandillas.

La legislación peruana establece penas máximas de tres años para menores de edad implicados en delitos graves. Este enfoque, aunque orientado a ofrecer oportunidades de rehabilitación, parece ser insuficiente para abordar la seriedad del sicariato juvenil. En respuesta a esta preocupación, se plantea endurecer las penas entre 6 y 10 años para adolescentes de 16 a 18 años, y adaptar las sanciones a la gravedad de estos crímenes. Sin embargo, esta medida, aunque necesaria, plantea varias interrogantes sobre su eficacia y sus implicaciones a largo plazo. Además, el endurecimiento de las penas debe ir acompañado de un enfoque en la prevención del sicariato juvenil. Esto incluye fortalecer los programas educativos y comunitarios que mejoraría los servicios de apoyo para las familias afectadas. La prevención debe ser una prioridad, y deben enfocarse en interrumpir el ciclo de violencia antes de que los jóvenes se vean atraídos hacia actividades delictivas. En conclusión, el sicariato juvenil en Perú es un problema complejo que requiere una respuesta multifacética. El endurecimiento de las penas es un paso importante, pero debe ir acompañado de una estrategia integral que aborde tanto la prevención como la rehabilitación.

 
 
 

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